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¡Recita en el nombre de tu Señor, Que ha creado,
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ha creado al hombre de sangre coagulada!
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¡Recita! Tu Señor es el Munífico,
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que ha enseñado el uso del cálamo,
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ha enseñado al hombre lo que no sabía.
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¡No! El hombre, en verdad, se rebela,
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ya que cree bastarse a sí mismo.
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Pero todo vuelve a tu Señor.
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¿Has visto a quien prohíbe
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A un siervo orar?
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¿Te parece que sigue la Dirección
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O que ordena el temor de Dios?
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¿No te parece que desmiente y se desvía?
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¿No sabe que Dios ve?
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¡No! Si no cesa, hemos de arrastrarle por el copete,
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copete que miente, que peca.
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Y ¡que llame a sus secuaces,
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que Nosotros llamaremos a los que precipitan!
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¡No! ¡No le obedezcas, sino prostérnate y acércate!