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¡Ay de los defraudadores,
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que, cuando piden a otros la medida, la exigen exacta,
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pero que, cuando ellos miden o pesan para otros, dan menos de lo debido!
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¿No cuentan con ser resucitados
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un día terrible,
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el día que comparezcan los hombres ante el Señor del universo?
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¡No! La Escritura de los pecadores está, ciertamente, en Sichchín.
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Y ¿cómo sabrás qué es Sichchín?
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Es una Escritura marcada.
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Ese día, ¡ay de los desmentidores,
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que desmienten el día del Juicio!
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Y no lo desmiente sino todo violador de la ley, pecador,
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que, al serle recitadas Nuestras aleyas, dice: «¡Patrañas de los antiguos!»
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Pero ¡no! Lo que han cometido ha cubierto de herrumbre sus corazones.
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¡No! Ese día serán separados de su Señor por un velo.
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Luego, arderán, sí, en el fuego de la gehena.
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Luego, se dirá: «¡He aquí lo que desmentíais!»
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¡No! La Escritura de los justos está, ciertamente, en Illiyyun.
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Y ¿cómo sabrás qué es Illiyyun?
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Es una Escritura marcada,
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que verán con sus propios ojos los allegados.
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Sí, los justos estarán en delicia,
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en sofás, observando...
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Se reconocerá en sus rostros el brillo de la delicia.
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Se les dará de beber un vino generoso y sellado,
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con un dejo de almizcle -¡que lo codicien los codiciosos!-,
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mezclado con agua de Tasnim,
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fuente de la que beberán los allegados.
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Los pecadores se reían de los creyentes.
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Cuando pasaban junto a ellos, se guiñaban el ojo,
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cuando regresaban a los suyos, regresaban burlándose,
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cuando les veían, decían: «¡Sí, están extraviados!»
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Pero no han sido enviados para velar por ellos.
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Ese día, los creyentes se reirán de los infieles,
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en sofás, observando...
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¿No han sido retribuidos los infieles según sus obras?