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¡Por los enviados en ráfagas!
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¡Por los que soplan violentamente!
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¡Por los que diseminan en todos los sentidos!
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¡Por los que distinguen claramente!
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¡Por los que lanzan una amonestación
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a modo de excusa o de advertencia!
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¡Ciertamente, aquello con que se os amenaza se cumplirá!
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Cuando las estrellas pierden su luz,
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cuando el cielo se hienda,
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cuando las montañas sean reducidas a polvo,
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cuando se fije a los enviados su tiempo:
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«¿Qué día comparecerán?»
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«¡El día del Fallo!»
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Y ¿cómo sabrás qué es el día del Fallo?
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Ese día, ¡ay de los desmentidores!
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¿No hemos hecho que perecieran los primeros hombres
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y, luego, que les siguieran los últimos?
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Así haremos con los pecadores.
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Ese día, ¡ay de los desmentidores!
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¿No os hemos creado de un líquido vil,
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que hemos depositado en un receptáculo seguro,
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durante un tiempo determinado?
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Así lo hemos decidido y ¡qué bien que lo hemos decidido!
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Ese día ¡ay de los desmentidores!
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¿No hemos hecho de la tierra lugar de reunión
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de vivos y muertos,
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y puesto en ella elevadas montañas? ¿No os hemos dado de beber un agua dulce?
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Ese día, ¡ay de los desmentidores!
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«¡Id a lo que desmentíais!
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¡Id a la sombra ramificada en tres,
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sombra tenue, sombra inútil frente a la llama!»
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Porque arroja chispas grandes como palacios,
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chispas que semejan camellos leonados.
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Ese día, ¡ay de los desmentidores!
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Ése será un día en que no tendrán que decir
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ni se les permitirá excusarse.
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Ese día, ¡ay de los desmentidores!
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«Éste es el día del Fallo. Os hemos reunido, a vosotros y a los antiguos.
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Si disponéis de alguna artimaña, ¡empleadla contra mí»
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Ese día, ¡ay de los desmentidores!
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Los temerosos de Alá estarán a la sombra y entre fuentes,
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y tendrán la fruta que deseen.
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«¡Comed y bebed en paz el fruto de vuestras obras!»
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Así retribuimos a quienes hacen el bien.
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Ese día, ¡ay de los desmentidores!
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«¡Comed y disfrutad aún un poco!, ¡Sois unos pecadores!»
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Ese día, ¡ay de los desmentidores!
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Cuando se les dice: «¡Inclinaos!», no se inclinan.
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Ese día, ¡ay de los desmentidores!
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¿En qué anuncio, después de éste, van a creer?