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q. ¡Por el glorioso Corán!
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Pero se asombran de que uno salido de ellos haya venido a advertirles. Y dicen los infieles: «¡Esto es algo asombroso!
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¿Es que cuando muramos y seamos tierra...? Es volver de lejos...»
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Ya sabemos qué es lo que de ellos consume la tierra. Tenemos una Escritura que conserva.
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Pero han desmentido la Verdad cuando ha venido a ellos y se encuentran en un estado de confusión.
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¿No ven el cielo que tienen encima, cómo lo hemos edificado y engalanado y no se ha agrietado?
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Hemos extendido la tierra, colocado en ella firmes montañas y hecho crecer en ella toda especie primorosa,
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como ilustración y amonestación para todo siervo arrepentido.
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Hemos hecho bajar del cielo agua bendita, mediante la cual hacemos que crezcan jardines y el grano de la cosecha,
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esbeltas palmeras de apretados racimos,
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para sustento de los siervos. Y, gracias a ella, devolvemos la vida a un país muerto. Así será la Resurrección.
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Antes de ello, ya habían desmentido el pueblo de Noé, los habitantes de ar-Ras, los tamudeos,
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los aditas, Faraón, los hermanos de Lot,
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los habitantes de la Espesura y el pueblo de Tubba. Todos ellos desmintieron a los enviados. Y se cumplió Mi amenaza.
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¿Es que Nos cansó la primera creación? Pues ellos dudan de una nueva creación.
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Sí, hemos creado al hombre. Sabemos lo que su mente le sugiere. Estamos más cerca de él que su misma vena yugular.
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Cuando los dos encargados de recoger recojan, sentados el uno a la derecha y el otro a la izquierda,
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no pronunciará ninguna palabra que no tenga siempre a su lado a un observador preparado.
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La agonía del moribundo traerá la Verdad: «¡Ahí tienes lo que rehuías!»
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Se tocará la trompeta. Ése es el día de la Amenaza.
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Cada uno vendrá acompañado de un conductor y de un testigo.
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«Estas cosas te traían sin cuidado. Te hemos quitado el velo y, hoy, tu vista es penetrante».
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Su compañero dirá: «Esto es lo que tengo preparado».
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«¡Arrojad a la gehena a todo infiel pertinaz, desviado,
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adversario del bien, violador de la ley, escéptico,
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que ponía, junto con Alá, a otro dios! ¡Arrojadlo al castigo severo!»
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Su compañero dirá: «¡Señor! No soy yo quien le hizo rebelarse, sino que él estaba ya profundamente extraviado».
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Dirá: «¡No discutáis ante Mí! Ya os amenacé por anticipado.
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Mi sentencia es inmutable. Yo no soy injusto con Mis siervos».
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El día que digamos a la gehena: «¿Estás ya llena?», ella dirá: «¿Aún hay más?»
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Y el Jardín será acercado a quienes hayan temido a Alá, bien cerca:
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«Esto es lo que se os había prometido, a todo hombre sinceramente arrepentido, observador,
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que tiene miedo secreto al Compasivo y viene con corazón contrito.
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¡Entrad en él en paz! ¡Éste es el día de la Eternidad!»
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Tendrán allí cuanto deseen y aún dispondremos de más.
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¡A cuántas generaciones hemos hecho antes perecer, más temibles que ellos y que recorrieron el país en busca de escape.
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Hay en ello, sí, una amonestación para quien tiene entendimiento, para quien aguza el oído y es testigo.
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Creamos los cielos, la tierra y lo que entre ellos está en seis días, sin sufrir cansancio.
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¡Ten paciencia, pues, con lo que dicen y celebra las alabanzas de tu Señor antes de la salida del sol y de su puesta!
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¡Glorifícale durante la noche y después de la azalá!
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¡Estate atento al día que el pregonero llame de cerca,
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al día que se oiga, de verdad, el Grito! Ése será el día de la Resurrección.
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Somos Nosotros Quienes damos la vida y damos la muerte. Somos Nosotros el fin de todo.
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El día que la tierra se abra despidiéndolos, rápidos..., Ésa es una reunión fácil para Nosotros.
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Sabemos bien lo que dicen... ¡No debes tú forzarles! ¡Amonesta, más bien, por el Corán a quien tema Mi amenaza!