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¡Bienaventurados los creyentes,
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que hacen su azalá con humildad,
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que evitan el vaniloquio,
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que dan el azaque,
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que se abstienen de comercio carnal,
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salvo con sus esposas o con sus esclavas en cuyo caso no incurren en reproche,
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mientras que quienes desean a otras mujeres, ésos son los que violan la ley-,
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que respetan los depósitos que se les confían y las promesas que hacen,
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que observan sus azalás!
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Ésos son los herederos
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que heredarán el paraíso, en el que estarán eternamente.
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Hemos creado al hombre de arcilla fina.
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Luego, le colocamos como gota en un receptáculo firme.
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Luego, creamos de la gota un coágulo de sangre, del coágulo un embrión y del embrión huesos, que revestimos de carne. Luego, hicimos de él otra criatura. ¡Bendito sea Alá, el Mejor de los creadores!
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Luego, después de esto, habéis de morir.
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Luego, el día de la Resurrección, seréis resucitados.
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Encima de vosotros, hemos creado siete cielos. No hemos descuidado la creación.
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Hemos hecho bajar del cielo agua en la cantidad debida y hecho que cale la tierra. Y también habríamos sido bien capaces de hacerla desaparecer.
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Por medio de ella os hemos creado palmerales y viñedos en los que hay frutos abundantes, de los que coméis.
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Y un árbol que crece en el monte Sinaí y que produce aceite y condimento para la comida.
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Tenéis, ciertamente, en los rebaños motivo de reflexión: os damos a beber del contenido de sus vientres, deriváis de ellos muchos beneficios, coméis de ellos.
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Ellos y las naves os sirven de medios de transporte.
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Enviamos Noé a su pueblo y dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a ningún otro dios que a Él. ¿Y no Le temeréis?»
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Los dignatarios del pueblo, que no creían, dijeron: «Éste no es sino un mortal como vosotros, que quiere imponerse a vosotros. Si Alá hubiera querido, habría hecho descender a ángeles. No hemos oído que ocurriera tal cosa en tiempo de nuestros antepasados.
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No es más que un poseso. ¡Observadle durante algún tiempo!»
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«¡Señor!» dijo: «¡Auxíliame, que me desmienten!»
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Y le inspiramos: «¡Construye la nave bajo Nuestra mirada y según Nuestra inspiración ! Y cuando venga Nuestra orden y el horno hierva, haz entrar en ella a una pareja de cada y a tu familia, salvo a aquél de ellos cuya suerte ha sido ya echada. ¡Y no me hables de los que hayan obrado impíamente! ¡Van a ser anegados!
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Cuando tú y los tuyos estéis instalados en la nave, di: ´¡Alabado sea Alá, Que nos ha salvado del pueblo impío!´
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Y di: ´¡Señor! ¡Haz que desembarque en un lugar bendito! Tú eres Quien mejor puede hacerlo´
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Ciertamente, hay en ello signos. En verdad, ponemos a prueba...»
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Luego, después de ellos, suscitamos otra generación
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y les mandamos un enviado salido de ellos: «¡Servid a Alá! No tenéis a ningún otro dios que a Él ¿Y no Le temeréis?»
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Pero los dignatarios del pueblo, que no creían y desmentían la existencia de la otra vida y a los cuales habíamos enriquecido en la vida de acá, dijeron: «Éste no es sino un mortal como vosotros, que come de lo mismo que vosotros coméis y bebe de lo mismo que vosotros bebéis».
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Si obedecéis a un mortal como vosotros, estáis perdidos.
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¿Os ha prometido que se os sacará cuando muráis y seáis tierra y huesos?
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¡Está bien lejos de ocurrir lo que se os ha prometido!
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¡No hay más vida que la nuestra de acá! Morimos y vivimos, pero no se nos resucitará.
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No es más que un hombre, que se ha inventado una mentira contra Alá. No tenemos fe en él.
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Dijo: «¡Señor! ¡Auxíliame, que me desmienten!»
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Dijo: «Un poco más y se arrepentirán».
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El Grito les sorprendió merecidamente y les convertimos en detrito. ¡Atrás el pueblo impío!
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Luego, después de ellos, suscitamos otras generaciones.
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Ninguna comunidad puede adelantar ni retrasar su plazo.
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Luego, mandamos a Nuestros enviados, uno tras otro. Siempre que venía un enviado a su comunidad, le desmentían. Hicimos que a unas generaciones les siguieran otras y las hicimos legendarias. ¡Atrás una gente que no cree!
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Luego, enviamos Moisés y su hermano Aarón con Nuestros signos y con una autoridad manifiesta
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a Faraón y a sus dignatarios, que fueron altivos. Eran gente arrogante.
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Dijeron: «¿Vamos a creer a dos mortales como nosotros, mientras su pueblo nos sirve de esclavos?»
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Les desmintieron y fueron hechos perecer.
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Dimos a Moisés la Escritura. Quizás, así, fueran bien dirigidos.
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Hicimos del hijo de María y de su madre un signo y les ofrecimos refugio en una colina tranquila y provista de agua viva.
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«¡Enviados! ¡Comed de las cosas buenas y obrad bien! ¡Yo sé bien lo que hacéis!
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Y ésta es vuestra comunidad. Es una sola comunidad. Y Yo soy vuestro Señor. ¡Temedme, pues!»
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Pero se dividieron en sectas, con Escrituras, contento cada grupo con lo suyo.
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Déjales por algún tiempo en su abismo.
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¿Creen que, al proveerles de hacienda y de hijos varones,
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estamos anticipándoles las cosas buenas? No, no se dan cuenta.
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Los imbuidos del miedo de su Señor,
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que creen en los signos de su Señor,
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que no asocian a otros dioses a su Señor,
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que dan lo que dan con corazón tembloroso, a la idea de que volverán a su Señor,
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ésos rivalizan en buenas obras y son los primeros en practicarlas.
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No pedimos a nadie sino según sus posibilidades. Tenemos al lado una Escritura que dice la verdad. Y no serán tratados injustamente.
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Pero sus corazones están en un abismo respecto a esto y, en lugar de aquellas obras, hacen otras.
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Cuando, al fin, inflijamos un castigo a sus ricos, gemirán.
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«¡No gimáis hoy, que no se os va a salvar de Nosotros!
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Se os recitaban Mis aleyas y vosotros dabais media vuelta,
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altivos con él, y pasabais la noche parloteando».
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¿Es que no ponderan lo que se dice para ver si han recibido lo que sus antepasados no recibieron?
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¿No han conocido, acaso, a su Enviado para que le nieguen?
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¿O dicen que es un poseso? ¡No! Ha venido a ellos con la Verdad, pero la mayoría sienten aversión a la Verdad.
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Si la Verdad se hubiera conformado a sus pasiones, los cielos, la tierra y los que en ellos hay se habrían corrompido. Nosotros, en cambio, les hemos traído su Amonestación, pero ellos se apartan de su Amonestación.
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¿Les pides, acaso, una retribución? La retribución de tu Señor es mejor. Él es el Mejor de los proveedores.
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Sí, tú les llamas a una vía recta,
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pero quienes no creen en la otra vida se desvían, sí, de la vía.
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Si nos apiadáramos de ellos y les retiráramos la desgracia que tienen, persistirían, ciegos, en su rebeldía.
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Les infligimos un castigo, pero no se sometieron a su Señor y no se humillaron.
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Hasta que abramos contra ellos una puerta de severo castigo y, entonces, sean presa de la desesperación.
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Él es Quien ha creado para vosotros el oído, la vista y el intelecto. ¡Qué poco agradecidos sois!
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Él es Quien os ha diseminado por la tierra. Y hacia Él- seréis congregados.
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Él es Quien da la vida y da la muerte. Él ha hecho que se sucedan la noche y el día. ¿Es que no comprendéis?
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Al contrario, dicen lo mismo que dijeron los antiguos.
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Dicen: «Cuando muramos y seamos tierra y huesos, ¿se nos resucitará acaso?
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Ya antes se nos había prometido esto a nosotros y a nuestros padres. No son más que patrañas de los antiguos».
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Di: «¿De quién es la tierra y quien en ella hay? Si es que lo sabéis...»
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Dirán: «¡De Alá!» Di: «¿Es que no os dejaréis amonestar?»
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Di: «¿Quién es el Señor de los siete cielos, el Señor del Trono augusto?»
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Dirán: «¡Alá!» Di: «¿Y no Le teméis?»
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Di: «¿Quién tiene en Sus manos la realeza de todo, protegiendo sin que nadie pueda proteger contra Él? Si es que lo sabéis...»
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Dirán: «¡Alá!» Di: «Y ¿cómo podéis estar tan sugestionados?»
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Vinimos a ellos con la Verdad, pero mienten, si.
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Alá no ha adoptado un hijo, ni hay otro dios junto con Él. Si no, cada dios se habría atribuido lo que hubiera creado y unos habrían sido superiores a otros. ¡Gloria a Alá, Que está por encima de lo que cuentan!
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El conocedor de lo oculto y de lo patente. ¡Está por encima de lo que Le asocian!
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Di: «¡Señor! Si me mostraras aquello con que se les ha amenazado...
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¡No me pongas, Señor, con el pueblo impío!»
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Nosotros somos bien capaces, ciertamente, de mostrarte aquello con que les hemos amenazado.
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Repele el mal con algo que sea mejor Sabemos bien lo que cuentan.
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Di: «¡Señor! Me refugio en Ti contra las sugestiones de los demonios.
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Me refugio en Ti, Señor, contra su acoso».
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Cuando, al fin, viene la muerte a uno de ellos, dice: «¡Señor! ¡Hazme volver!
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Quizás, así, pueda hacer el bien que dejé de hacer». ¡No! No son sino meras palabras. Pero, detrás de ellos, hay una barrera hasta el día que sean resucitados.
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Y, cuando se toque la trompeta, ese día, no valdrá ningún parentesco, ni se preguntarán unos a otros.
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Aquéllos cuyas obras pesen mucho serán los que prosperen.
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Aquéllos cuyas obras pesen poco, serán los que se hayan perdido y estarán en la gehena eternamente.
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El fuego abrasará su rostro; tendrán allí los labios contraídos.
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«¿No se os recitaron Mis aleyas y vosotros las desmentisteis?»
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«¡Señor!», dirán, «nuestra miseria nos pudo y fuimos gente extraviada.
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¡Señor! ¡Sácanos de ella! Si reincidimos, seremos unos impíos».
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Dirá: «¡Quedaos en ella y no Me habléis!»
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Algunos de Mis siervos decían: «¡Señor! ¡Creemos! ¡Perdónanos, pues, y ten misericordia de nosotros! ¡Tú eres el Mejor de quienes tienen misericordia!»
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Pero os burlasteis tanto de ellos que hicieron que os olvidarais de Mí. Os reíais de ellos.
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Hoy les retribuyo por la paciencia que tuvieron. Ellos son los que triunfan.
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Dirá: «¿Cuántos años habéis permanecido en la tierra?»
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Dirán: «Hemos permanecido un día o parte de un día. ¡Interroga a los encargados de contar!»
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Dirá: «No habéis permanecido sino poco tiempo. Si hubierais sabido...
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¿Os figurabais que os habíamos creado para pasar el rato y que no ibais a ser devueltos a Nosotros?»
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¡Exaltado sea Alá, el Rey verdadero! No hay más dios que Él, el Señor del Trono noble.
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Quien invoque a otro dios junto con Alá, sin tener prueba de ello, tendrá que dar cuenta sólo a su Señor. Los infieles no prosperarán
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Y di: «¡Señor! ¡Perdona y ten misericordia! ¡Tú eres el Mejor de quienes tienen misericordia!»