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¡Gloria a Quien hizo viajar a Su Siervo de noche, desde la Mezquita Sagrada a la Mezquita Lejana, cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de Nuestros signos! Él es Quien todo lo oye, todo lo ve.
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Dimos a Moisés la Escritura e hicimos de ella dirección para los Hijos de Israel: «¡No toméis protector fuera de Mí,
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descendientes de los que llevamos con Noé!» Éste fue un siervo muy agradecido.
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Decretamos en la Escritura respecto a los Hijos de Israel: Ciertamente, corromperéis en la tierra dos veces y os conduciréis con gran altivez.
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Cuando, de las dos amenazas, se cumpla la primera, suscitaremos contra vosotros a siervos Nuestros, dotados de gran valor y penetrarán en el interior de las casas. Amenaza que se cumplirá».
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Más tarde, os permitimos desquitaros de ellos. Os dimos más hacienda e hijos varones e hicimos de vosotros un pueblo numeroso.
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El bien o mal que hagáis redundará en provecho o detrimento vuestro. «Cuando se cumpla la última amenaza, os afligirán y entrarán en el Templo como entraron una vez primera y exterminarán todo aquello de que se apoderen».
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Quizá vuestro Señor se apiade de vosotros. Pero, si reincidís, Nosotros también reincidiremos. Hemos hecho de la gehena cárcel para los infieles.
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Este Corán dirige a lo que es más recto y anuncia a los creyentes que obran bien la buena nueva de una gran recompensa,
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y que a los que no creen en la otra vida les hemos preparado un castigo doloroso.
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El hombre invoca el mal con la misma facilidad con que invoca el bien: el hombre es muy precipitado...
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Hemos hecho de la noche y del día dos signos. Hemos apagado el signo de la noche y hecho visible el signo del día, para que busquéis favor de vuestro Señor y sepáis el número de años y el cómputo: todo lo hemos explicado detalladamente.
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Hemos asignado a cada hombre su suerte, y el día de la Resurrección le sacaremos una Escritura que encontrará desenrollada:
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«¡Lee tu Escritura ! ¡Hoy bastas tú para ajustarte cuentas!»
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Quien sigue la vía recta la sigue, en realidad, en provecho propio, y quien se extravía, se extravía, en realidad, en detrimento propio. Nadie cargará con la carga ajena. Nunca hemos castigado sin haber mandado antes a un enviado.
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Cuando queremos destruir una ciudad, ordenamos a sus ricos y ellos se entregan en ella a la iniquidad. Entonces, la sentencia contra ella se cumple y la aniquilamos.
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¡A cuántas generaciones hemos hecho perecer después de Noé! Tu Señor está suficientemente informado de los pecados de Sus siervos, los ve suficiente mente.
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Si alguien desea la vida fugaz, Nosotros nos apresuraremos a darle en ella lo que queremos -y a quien queremos. Luego, le destinamos la gehena, donde arderá denigrado, desechado.
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Al creyente que desee la otra vida y se esfuerce por alcanzarla, se le reconocerá su esfuerzo.
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A unos y a otros, a todos, les concederemos en abundancia de los dones de tu Señor. ¡Los dones de tu Señor no se niegan a nadie!
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¡Mira cómo hemos preferido a unos más que a otros! En la otra vida habrá, no obstante, categorías más elevadas y una mayor distinción.
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No pongas junto con Alá a otro dios; si no, te encontrarás denigrado, abandonado.
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Tu Señor ha decretado que no debéis servir sino a Él y que debéis ser buenos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos envejecen en tu casa, no les digas: «¡Uf!» y trates con antipatía, sino sé cariñoso con ellos.
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Por piedad, muéstrate deferente con ellos y di: «¡Señor, ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron cuando me educaron siendo niño!»
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Vuestro Señor conoce bien vuestros pensamientos. Si sois justos... Él es indulgente con los que se arrepienten sinceramente.
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Da lo que es de derecho al pariente, así como al pobre y al viaiero, pero sin prodigarte demasiado,
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que los pródigos son hermanos de los demonios, y el Demonio es desagradecido para con su Señor.
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Si, buscando una misericordia venida de tu Señor, que esperas, tienes que apartarte de aquéllos, diles, al menos, una palabra amable.
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No lleves la mano cerrada a tu cuello, ni la extiendas demasiado; si no, te encontrarás censurado, falto de recursos.
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Tu Señor dispensa el sustento a quien Él quiere: a unos con largueza, a otros con mesura. Está bien informado de Sus siervos, les ve bien.
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¡No matéis a vuestros hijos por miedo a empobreceros! Somos Nosotros Quienes les proveemos, y a vosotros también. Matarles es un gran pecado.
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¡Evitad la fornicación: es una deshonestidad! ¡Mal camino...!
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No matéis a nadie que Dios haya prohibido, sino con justo motivo. Si se mata a alguien sin razón, damos autoridad a su pariente próximo, pero que éste no se exceda en la venganza. Se le auxiliará.
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No toquéis la hacienda del huérfano sino de manera conveniente hasta que alcance la madurez. ¡Cumplid todo compromiso, porque se pedirá cuenta de él!
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Cuando midáis, dad la medida justa y pesad con una balanza exacta. Es mejor y da muy buen resultado.
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No vayas tras algo de lo que no tienes ningún conocimiento. Del oído, de la vista, del intelecto, de todo eso se pedirá cuenta.
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No vayas por la tierra con insolencia, que no eres capaz de hender la tierra, ni de alzarte a la altura de las montañas.
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Tu Señor detesta lo malo que en ello hay.
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Esto forma parte de la sabiduría que tu Señor te ha inspirado. No pongas junto con Alá a otro dios; si no, serás precipitado en la gehena, censurado, desechado.
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¿Es que vuestro Señor, que ha escogido daros hijos varones, iba a tomar para Sí hijas de entre los ángeles? Decís, en verdad, algo muy grave.
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Hemos expuesto en este Corán para que se dejen amonestar, pero esto no hace sino acrecentar su repulsa.
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Di: «Si hubiera dioses además de Él, como dicen, buscarían un camino que les condujera hasta el Señor del Trono.
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¡Gloria a Él! ¡Está por encima de lo que dicen!»
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Le glorifican los siete cielos, la tierra y sus habitantes. No hay nada que no celebre Sus alabanzas, pero no comprendéis su glorificación. Él es benigno, indulgente.
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Cuando recitas el Corán, tendemos un velo opaco entre ti y los que no creen en la otra vida,
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velamos sus corazones y endurecemos sus oídos para que no lo entiendan. Cuando invocas en el Corán a tu Señor Solo, vuelven la espalda en repulsa.
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Nosotros sabemos bien lo que escuchan cuando te escuchan o cuando están en conciliábulos, cuando dicen los impíos: «No seguís sino a un hombre hechizado».
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¡Mira a qué te comparan! Se extravían y no pueden encontrar camino.
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Dicen: «Cuando seamos huesos y polvo, ¿es verdad que se nos resucitará a una nueva creación?»
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Di: «Aunque seáis piedra, hierro
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o cualquier sustancia que imaginéis difícil...» Dirán: «¿Y quién nos volverá!» Di: «Quien os creó una vez primera». Y, sacudiendo la cabeza hacia ti, dirán: «¿Cuándo?» Di: «Tal vez pronto».
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El día que os llame, responderéis alabándole y creeréis no haber permanecido sino poco tiempo.
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Di a Mis siervos que hablen de la mejor manera que puedan. El Demonio siembra la discordia entre ellos. El Demonio es para el hombre un enemigo declarado.
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Vuestro Señor os conoce bien. Si quiere, se apiadará de vosotros y, si quiere, os castigará. No te hemos enviado para que seas su protector.
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Tu Señor conoce bien a quienes están en los cielos y en la tierra. Hemos preferido a unos profetas más que a otros. Y dimos a David Salmos.
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Di: «¡Invocad a los que, en lugar de Él, pretendéis! ¡No pueden evitaros la desgracia ni modificarla!»
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Los mismos a quienes invocan buscan el medio de acercarse a su Señor. Esperan en Su misericordia y temen Su castigo. El castigo de tu Señor es temible.
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No hay ninguna ciudad que no destruyamos o que no castiguemos severamente antes del día de la Resurreción. Está anotado en la Escritura.
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No Nos ha impedido obrar milagros sino que los antiguos los desmintieran. Dimos la camella a los tamudeos como milagro palpable, pero obraron impíamente con ella. No obramos los milagros sino para atemorizar.
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Y cuando te dijimos: «Tu Señor cerca a los hombres». No hicimos del sueño que te mostramos y del árbol maldito mencionado en el Corán sino tentación para los hombres. Cuanto más les amedrentamos, más aumenta su rebeldía.
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Y cuando dijimos a los ángeles: «¡Prosternaos ante Adán!». Se prosternaron, excepto Iblis, que dijo: «¿Voy a prosternarme ante quien has creado de arcilla?»
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Dijo: «¿Qué Te parece? Éste es aquél a quien has honrado más que a mí. Si me remites hasta el día de la Resurrección, dominaré a todos sus descendientes, salvo a unos pocos».
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Dijo: «¡Vete! La gehena será amplia retribución para ti y para tus secuaces.
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¡Ahuyenta con tu voz a todos los que puedas! ¡Atácales con tu caballería y con tu infantería! ¡Asóciate a ellos en la hacienda y en los hijos! ¡Promételes!». Pero el Demonio no les promete sino falacia.
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«Pero no tienes ninguna autoridad sobre Mis siervos». ¡Tu Señor basta como protector!
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Vuestro Señor es Quien, para vosotros, hace que surquen las naves el mar, para que busquéis Su favor. Es misericordioso con vosotros.
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Si sufrís una desgracia en el mar, los que invocáis se esfuman, Él no. Pero, en cuanto os salva llevándoos a tierra firme, os apartáis. El hombre es muy desagradecido.
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¿Estáis, pues, a salvo de que Alá haga que la tierra os trague o de que envíe contra vosostros una tempestad de arena? No podrías encontrar protector.
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¿O estáis a salvo de que lo repita una segunda vez, enviando contra vosotros un viento huracanado y anegándoos por haber sido desagradecidos? No encontraríais a nadie que, en vuestro favor, Nos demandara por ello.
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Hemos honrado a los hijos de Adán. Los hemos llevado por tierra y por mar, les hemos proveído de cosas buenas y los hemos preferido marcadamente a muchas otras criaturas.
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El día que llamemos a todos los hombres con su Libro, aquéllos a quienes se dé su Escritura en la diestra, ésos leerán su Escritura y no serán tratados injustamente en lo más mínimo.
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Quien haya estado ciego en esta vida continuará ciego en la otra y aún se extraviará más del Camino.
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En verdad, casi han conseguido desviarte de lo que te habíamos revelado, con objeto de que inventaras contra Nosotros otra cosa. Te habrían tomado como amigo.
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Si no te hubiéramos confirmado, casi te habrías arrimado algún poco hacia ellos.
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Te habríamos hecho gustar el doble en la vida y el doble en la muerte. Y no habrías encontrado quien te auxiliara contra Nosotros.
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En verdad, casi te incitaron a huir del país con objeto de hacerte salir de él -en ese caso no se habrían quedado en él después de ti sino por poco tiempo-,
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lo mismo que ocurrió con los enviados que mandamos antes de ti, práctica Nuestra que encontrarás inmutable.
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Haz la azalá al ocaso hasta la caída de la noche, y la recitación del alba, que la recitación del alba tiene testigos.
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Parte de la noche, vela: será para ti una obra supererogatoria. Quizá tu Señor te resucite a un estado digno de encomio.
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Y di: «¡Señor! ¡Hazme entrar bien, hazme salir bien! ¡Concédeme, de Ti, una autoridad que me auxilie!»
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Y di: «¡Ha venido la Verdad y se ha disipado lo falso! ¡Lo falso tiene que disiparse!»
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Hacemos descender, por medio del Corán, lo que es curación y misericordia para los creyentes, pero esto no hace sino perder más a los impíos.
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Cuando agraciamos al hombre, éste se desvía y se aleja. Pero, si sufre un mal, se desespera.
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Di: «Cada uno obra a su modo, pero vuestro Señor conoce bien al que va mejor dirigido por el Camino».
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Te preguntan por el espíritu. Di: «El espíritu procede de la orden de mi Señor». Pero no habéis recibido sino poca ciencia.
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Si quisiéramos, retiraríamos lo que te hemos revelado y no encontrarías quien te protegiera en esto contra Nosotros.
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No es sino una misericordia venida de tu Señor, Que te ha favorecido grandemente.
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Di: «Si los hombres y los genios se unieran para producir un Corán como éste, no podrían conseguirlo, aunque se ayudaran mutuamente».
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En este Corán hemos expuesto a los hombres toda clase de ejemplos. Pero la mayoría de los hombres no quieren sino ser infieles.
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Y dicen: «No creeremos en ti hasta que nos hagas brotar un manantial de la tierra,
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o que tengas un jardín con palmeras y vides entre los que hagas brotar caudalosos arroyos,
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o que, como pretendes, hagas caer sobre nosotros parte del cielo o nos traigas en tu apoyo a Alá y a los ángeles,
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o que tengas una casa suntuosa, o te eleves en el aire. Pero tampoco vamos a creer en tu elevación mientras no nos hagas bajar una Escritura que podamos leer». Di: «¡Gloria a mi Señor! ¿Y qué soy yo sino un mortal, un enviado?»
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No ha impedido a los hombres creer cuando les ha llegado la Dirección sino el haber dicho: «¿Ha mandado Alá a un mortal como enviado?»
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Di: «Si hubiera habido en la tierra ángeles andando tranquilamente, habríamos hecho que les bajara del cielo un ángel como enviado».
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Di: «Alá basta como testigo entre yo y vosotros. Está bien informado sobre Sus siervos, les ve bien».
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Aquél a quien Alá dirige está bien dirigido. Pero no encontrarás amigos, fuera de Él, para aquéllos a quienes Él extravía. Les congregaremos el día de la Resurrección boca abajo, ciegos, mudos, sordos. Tendrán la gehena por morada. Siempre que el fuego vaya a apagarse, se lo atizaremos.
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Ésa será su retribución por no haber creído en Nuestros signos y por haber dicho: «Cuando seamos huesos y polvo, ¿es verdad que se nos resucitará a una nueva creación?»
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¿Es que no ven que Alá, Que ha creado los cielos y la tierra, es capaz de crear semejantes a ellos? Les ha señalado un plazo indubitable, pero los impíos no quieren sino ser infieles.
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Di: «Si poseyerais los tesoros de misericordia de mi Señor, entonces, los retendríais por miedo de gastarlos». El hombre es tacaño...
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Dimos a Moisés nueve signos claros. Pregunta a los Hijos de Israel qué pasó, cuando vino a ellos y Faraón le dijo: «¡Moisés! ¡Yo creo, sí, que estás hechizado!»
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Dijo: «Tú sabes bien que sólo el Señor de los cielos y de la tierra ha hecho bajar éstos como pruebas evidentes. ¡Yo creo, Faraón, sí, que estás perdido!»,
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Quiso ahuyentarles del país y le anegamos con todos los suyos.
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Y, después de él, dijimos a los Hijos de Israel: «Habitad la tierra y, cuando se cumpla la promesa de la otra vida, os llevaremos en tropel».
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Lo hemos hecho descender con la Verdad y con la Verdad ha descendido. No te hemos enviado sino como nuncio de buenas nuevas y como monitor.
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Es un Corán que hemos dividido para que lo recites a la gente reposadamente. Lo hemos revelado de hecho.
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Di: «Creáis en él o no, quienes han y recibido de antes la Ciencia, cuando les es recitado, caen prosternados, rostro en tierra,
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y dicen: ´¡Gloria a nuestro Señor! ¡Se ha cumplido, sí, la promesa de nuestro Señor!´
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Y continúan rostro en tierra, llorando y creciendo en humildad».
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Di: «¡Invocad a ´Alá´ o invocad al ´Compasivo´! Como quiera que invoquéis, Él posee los nombres más bellos». No hagas la azalá en voz demasiado alta, ni demasiado baja, sino con voz moderada.
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Y di: «¡Alabado sea Alá, Que no ha adoptado un hijo, ni tiene asociado en el dominio, ni amigo frente a la humillación!» ¡Y ensalza Su grandeza!