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Te hemos concedido un claro éxito.
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Para perdonarte Alá tus primeros y tus últimos pecados, pefeccionar Su gracia en ti y dirigirte por una vía recta.
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Para prestarte Alá un auxilio poderoso.
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Él es Quien ha hecho descender la sakina en los corazones de los creyentes para incrementar su fe. Las legiones de los cielos y de la tierra son de Alá. Alá es omnisciente, sabio.
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Para introducir a los creyentes y a las creyentes en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos, en los que estarán eternamente, y borrarles sus malas obras. Esto es, para Alá, un éxito grandioso.
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Para castigar a los hipócritas y a las hipócritas, a los asociadores y a las asociadoras que piensan mal de Alá. Sufrirán un revés. Alá se irritará con ellos, les maldecirá y les preparará la gehena. ¡Mal fin...!
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Las legiones de los cielos y de la tierra son de Alá. Alá es poderoso, sabio.
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Te hemos enviado como testigo, como nuncio de buenas nuevas y como monitor,
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para que los hombres crean en Alá y en Su Enviado, para que le ayuden y honren, para que Le glorifiquen mañana y tarde.
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Los que te juran fidelidad, la juran, en realidad, a Alá. La mano de Alá está sobre sus manos. Si uno quebranta una promesa la quebranta, en realidad, en detrimento propio. Si, en cambio, es fiel a la alianza concertada con Alá, Él le dará una magnífica recompensa.
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Los beduinos dejados atrás te dirán: «Nuestros bienes y familias nos han retenido. ¡Pide que nos perdone!» Dicen de palabra lo que no tienen en el corazón. Di: «¿Y quién podría impedir que Alá os hiciera mal o bien, si Él lo deseara?» ¡No! ¡Alá está bien informado de lo que hacéis!
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¡No! Creíais que el Enviado y los creyentes no iban a regresar nunca a los suyos y la idea os halagó. Pensasteis mal... Sois gente perdida...
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Quien no cree en Alá y en su Enviado... Hemos preparado para los infieles fuego de gehena.
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El dominio de los cielos y de la tierra pertenece a Alá. Perdona a quien Él quiere y castiga a quien Él quiere. Alá es indulgente, misericordioso.
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Cuando os pongáis en marcha para apoderaros de botín, los dejados atrás dirán: «¡Dejad que os sigamos!» Quisieran cambiar la Palabra de Alá. Di: «¡No nos seguiréis! ¡Así lo ha dicho Alá antes!» Ellos dirán: «¡No! ¡Es que tenéis celos de nosotros...!» ¡No! Comprenden, pero poco.
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Di a los beduinos dejados atrás: «Se os llamará contra un pueblo dotado de gran valor, contra el que tendréis que combatir a menos que se rinda. Si obedecéis, Alá os dará una bella recompensa. Pero, si volvéis la espalda, como ya hicisteis en otra ocasión, os infligirá un castigo doloroso».
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«No hay por qué reprochar al ciego, al cojo o al enfermo. Y a quien obedezca a Alá y a Su Enviado, Él le introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos. A quien, en cambio, vuelta la espalda, Él le infligirá un castigo doloroso»:
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Alá ha estado satisfecho de los creyentes cuando éstos te han jurado fidelidad al pie del árbol. Él sabía lo que sus corazones encerraban e hizo descender sobre ellos la sakina, prometiéndoles, como recompensa, un éxito cercano
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y mucho botín, del que se apoderarán. Alá es poderoso, sabio.
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Alá os ha prometido mucho botín, del que os apoderaréis. Os ha acelerado éste y ha retirado de vosotros las manos de la gente, a fin de que sea signo para los creyentes y de dirigiros por una vía recta.
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Y otro cuyo logro no está en vuestras manos pero sí en las de Alá. Alá es omnipotente.
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Si los infieles hubieran combatido contra vosotros, habrían vuelto la espalda. Luego, no encontrarán amigo ni auxiliar.
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Tal es la práctica de Alá, que ya se había aplicado antes. Y encontrarás la práctica de Alá irreemplazable.
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Él es Quien, en el valle de La Meca, retiró de vosotros sus manos y de ellos las vuestras, luego de haberos dado la victoria sobre ellos. Alá ve bien lo que hacéis.
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Son ellos los infieles que os apartaron de la Mezquita Sagrada e impidieron que la víctima llegara al lugar del sacrificio. Y, si no llega a ser por hombres creyentes y por mujeres creyentes, a quienes no podíais reconocer, y que os exponíais, sin querer, a pisotear, provocando represalias por su parte... Para que Alá introduzca en Su misericordia a quien Él quiere. Si hubiera sido posible distinguirles, habríamos infligido un doloroso castigo a los infieles que entre ellos había.
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Cuando, dejados llevar los infieles de su fanatismo, el fanatismo propio del paganismo, Alá hizo descender Su sakina sobre Su Enviado y sobre los creyentes, y les impuso la palabra del temor de Alá. Tenían pleno derecho a ella y la merecían. Alá es omnisciente.
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Alá ha realizado, ciertamente, el sueño de su Enviado: «En verdad, que habéis de entrar en la Mezquita Sagrada, si Alá quiere, en seguridad, con la cabeza afeitada y el pelo corto, sin temor». Él sabía lo que vosotros no sabíais. Además, ha dispuesto un éxito cercano.
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Él es Quien ha mandado a Su Enviado con la Dirección y con la religión verdadera, para que prevalezca sobre toda otra religión. ¡Alá basta como testigo!
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Mahoma es el Enviado de Alá. Quienes están con él son severos con los infieles y cariñosos entre sí. Se les ve inclinados o prosternados, buscando favor de Alá y satisfacerle. Se les nota en el rostro que se prosternan. Tal es su imagen en la Tora. Y en el Evangelio se les compara con la semilla que, habiendo germinado, fortifica su brote y éste crece y se yergue en el tallo, constituyendo la alegría del sembrador, para terminar irritando a los infieles por su medio. A quienes de ellos crean y obren bien, Alá les ha prometido perdón y una magnífica recompensa.