Los medineses y los beduinos que acampan a su alrededor no deben quedarse a la zaga del Enviado de Alá ni preferir el bienestar propio al de él. Si lo hacen así, no padecerán sed, ni fatiga, ni hambre por Alá. Todo suelo que pisen, para irritación de los infieles, y toda ventaja que obtengan sobre el enemigo, serán inscritos como obra buena. Alá no deja de remunerar a quienes hacen el bien.